Vistas de página en total

miércoles, 27 de junio de 2012

Capítulo 3

Teníamos que salir de aquel pestilente andurrial, la humedad invadía cada rincón y el olor era insoportable. La oscuridad de aquel lugar parecía que iba a engullirnos algo que no me importaba si no fuera por la suciedad que había allí. Al salir del callejón nos encontramos con una calle poco transitada.

-Debemos adoptar forma humana para pasar desapercibidas entre el resto de los mortales. – Comenté.

Con las pintas que teníamos estaba claro que llamaríamos demasiado la atención, y eso era precisamente lo que debíamos evitar a toda costa.

-Juro por Satanás que tan pronto como pueda me desahogaré matando a algún estúpido humano –Masculló Sheila enfadada.

En un instante mi cuerpo se oscureció convirtiéndose en una fina silueta negra, dejándome con una apariencia de los más engañosa y terrorífica a los ojos de cualquiera. Figuras negras sin ojos, ni boca, ni cualquier otro rasgo del rostro. El aspecto que adquiría aunque fuese tan solo por unos segundos lo odiaba, era horrible para una princesa como yo tener un estado tan horrendo. Por suerte, esos segundos llegaron a su fin y tras ellos vi el cambio de mi cuerpo y el de mis hermanas.
Cuerpos humanos hermosos y perfectos a la vista de cualquier persona, pero débil e insignificante a los ojos de un ser de la Oscuridad.

Al mirar a Freya vi que ahora su cabello era mucho más corto sin lograr sobrepasar los hombros, liso y de color rubio cenizo, nada que ver con su aspecto real. Sus ojos se habían tornado de un verde claro, estos centelleaban como estrellas en la noche.

Sheila tenía el cabello rubio platino, largo y liso. Sus ojos permanecían azules pero habían perdido esa intensidad que tenían en su forma original, ahora eran mucho más claros.

El gran cambio era el de Cora, su blanco y brillante cabello corto se le había vuelto de un negro azabache, también se le había ondulado y creado pequeños rizos en las puntas, los cuales le llegaban a la cintura ya que le había crecido considerablemente. Sus dos ojos como rubíes sangrientos habían pasado a ser de un gris pálido, que transmitían frío y se veían vacíos.

Al mirarme en el escaparate de una tienda observé como detenimiento mi aspecto en humana. Yo también había cambiado drásticamente.

Mi cabello cenizo se había tornado negro, y ondulado levemente en las puntas. Y ya no me llegaba hasta la cintura sino que se quedaba a medio camino. El tono de mis ojos se había aclarado hasta volverse de un azul tan vivo como el mar. Al mirarme daba la sensación de que dentro de ellos se encontraba el mar prisionero y podías perderte entre las olas.

Cuando presté más atención a mis hermanas y a mí, me percaté de que ahora teníamos una apariencia más joven. Coraline era más pequeña aún, ya no se le echaban sus doce años, si no que parecía una niña de nueve o diez años. Freya aparentaba tener unos catorce años y Sheila doce o trece, no estaba muy segura. Cuando volví a mirarme en el escaparate fue como volver a verme hace un año, es decir, la gente no me echaría más de dieciséis años.
Tenía la seguridad de que podíamos cambiar la edad de nuestro aspecto si se nos antojaba.

-¿Por cierto, dónde encontraremos a ese tal Daylan Cardew? – Preguntó Sheila mientras miraba las puntas de su pelo a la par que hacía una mueca.

-Tranquila, le encontraremos. – Sus ojos me miraron con incomprensión. Realmente mi respuesta no resolvía ninguna duda.

-A no ser que nos encuentre él. – Prosiguió Freya.

A pesar de tener un objetivo en mente, que era encontrar a Daylan, teníamos que saber dónde estábamos. Caminamos por muchas callejuelas estrechas, empedradas y húmedas. Las farolas tenían relieves florales y una base encima de la bombilla la cuál era ocupada por una planta de largos ramajes que caían como una cascada. Nos dimos cuenta de que aquellas calles eran de estilo inglés. Supimos entonces dónde estábamos.

-Inglaterra…  -Murmuró Freya sonriendo. Salimos de la calle a paso rápido y llegamos a una gran avenida repleta de tiendas y abarrotada de gente.

-Si pasamos por ahí, la calle explotará. – comentó Cora. – Hay demasiada gente, no le encontraremos.

El silencio que se originó entre nosotras no se apreciaba con el bullicio de la ciudad. Mientras tanto, Sheila se miraba las puntas del pelo sin acostumbrarse a su nuevo aspecto. Freya sin embargo parecía un poco más entusiasmada.

-No entiendo a qué viene tanta ilusión, es una ciudad humana y la nuestra nos necesita. – Tras esas duras palabras de Sheila nos paramos en seco.

-¿No puedes sonreír ni un segundo siquiera? – La voz de Freya sonaba apagada y triste.

-No, Sheila tiene razón. –Dije.

Por muy bonita que fuese Londres, nuestro reino corría un grave peligro, no era momento de alegrías y risas. Freya enmudeció ante mi afirmación, agachó la cabeza y el silencio volvió a inundar el espacio entre nosotras.
Cora señaló con la mano que continuásemos. Nadie volvió a hablar desde entonces, hasta después de varios minutos.
Aquello parecía un laberinto, aunque no estábamos acostumbradas al ruido del tráfico, ni de cientos de personas hablando al mismo son, por lo que nos pareció bastante molesto. El cielo estaba encapotado y nuboso, y a pesar de no haber llovido esa tarde, la humedad se sentía tanto que casi se podría coger con una mano.

Tras caminar durante un silencioso e incómodo rato, encontramos una cafetería escondida entre las callejuelas y entramos enseguida. Entramos en el local, y al instante nos percatamos del olor a leña de una chimenea de piedra. De las paredes colgaban cuadros de verdes paisajes y acantilados, mientras que el aroma a café recién hecho reinaba en el ambiente. Decidimos sentarnos en una mesa situada en una esquina del local apartadas lo mayor posible del resto de la gente, donde los asientos color canela estaban unidos en uno y acolchados.

Sheila levantó una mano para indicar al camarero que se acercase a tomar nota, y como siempre, su paciencia no duró, y empezó a enfadarse debido a la tardanza del empleado. La paciencia de una princesa que ha recibido de todo y siempre tiene lo que quiere no suele ser aguantable. Finalmente el camarero vino apresurado, pues había un poco de cola en la barra. Era un joven alto y delgado de pelo corto y negro como el carbón. Su flequillo despeinado intentaba ocultar en un intento fallido sus ojos de color miel. A pesar de la pinta que llevaba, estaba segura de que atraía las miradas de todas las jóvenes, no era para nada feo, todo lo contrario.
Se notaba que el muchacho era novato, y cómo no, Sheila planeó burlarse de él, se le notaba en su mirada, mientras que los ojos de Cora prestaban toda su atención al cuadro que tenía al lado de su cabeza en el que aparecía la imagen del “Brighton Pier”, es decir, el muelle de Brighton. Los verdosos ojos de Freya estaban pensativos, seguramente decidiendo qué iba a pedir. Los míos, en cambio, observaban a Sheila con la curiosidad de saber qué tenía en mente.

-¿Habéis pensado que vais a tomar? – Preguntó el joven.

-A mí me gustaría tomar un té inglés. –Respondió Freya.

-Yo quisiera lo mismo, gracias. – Anuncié a la vez que miraba la pequeña libreta en la que escribía los pedidos.

-Nosotras un chocolate caliente. – Dijo Cora mirando a Sheila y sonriendo a la misma vez.

-Bien, entonces dos tés ingleses y dos chocolates calientes. ¿Algo más? – Sheila cuchicheó algo al oído de Cora y ambas rieron.

-No, nada más. – Terminé aquella conversación y en cuanto él se alejó, clavé mi mirada hacia las dos que se burlaban del camarero. - ¿Se puede saber qué estáis planeando vosotras dos?

-Y, ¿Qué es lo que tramas, Sheila? – Freya también se había dado cuenta de la cara de pícara que había puesto.

-Ya lo veréis. - Cora sonrió aguantando la risa que crecía a medida que susurraban. 

Aquello no pintaba bien para el camarero.
Estuvimos esperando durante ocho largos minutos a que llegasen nuestros pedidos, y finalmente, cuando vimos que la cola se iba esparciendo apareció nuestro camarero con cuatro tazas humeantes en una bandeja. Las colocó sobre la mesa y las risas de las dos más jóvenes de entre nosotras aumentaron más que antes.

Cuando el chico iba a alejarse, Sheila alargó la pierna y le hizo la zancadilla. El chico cayó sobre la mesa de otros clientes, tirando a la vez varios cafés al suelo y volcando el mueble. Él se mojó de las ardientes bebidas y gritó a causa de las quemaduras.

No lo pensé ni un segundo. Agarré a mis hermanas y salimos corriendo de allí. Freya llevaba en las manos las dos tazas de té inglés, mientras que los chocolates calientes se habían quedado allí. Sheila y Cora reían a carcajadas mientras corríamos a toda prisa. Cuando llegamos a un callejón, le di un empujón a Sheila.

-¿¡Pero qué has hecho!? ¿¡Estás mal de la cabeza!?

-Gracias a ti vamos a tener problemas en el mundo de los mortales. – Comentó Freya con calma mientras tomaba su té.

-¿No queríais que me riese? ¡Pues ya está, me he reído!

-Una cosa es reírse de algo gracioso y otra muy distinta es llamar la atención pudiendo provocar que nos encuentren quienes no deben . – Me enfadé mucho con ella, por su culpa podríamos tener muchas complicaciones con los mortales aunque eso no tenía mucha importancia, no solo había demonios en este mundo si no ángeles y otros tipos de seres. – No hagas nada más. Como se te ocurra hacer una de tus bromas pesadas te aseguro que no volverás a ver tu cristal nunca más. –La amenacé.

Sheila miró hacia otro lado intentando olvidar mis palabras.

-¡Te dije que ya tendrás tiempo de matar y torturar a alguien cuando encontremos a ese estúpido demonio y tengamos un lugar para dormir!

-Será mejor que sigamos. – Cortó Freya la conversación tirando su taza vacía al suelo rompiéndola.

Desde entonces Cora y Sheila no volvieron a hablar en todo el camino.
Ya había anochecido por completo. Nos acercamos a un pequeño parque vacío y nos sentamos en un banco a descansar unos minutos. El suelo era de piedra y en medio había una fuente bastante grande con el agua toda sucia.
Después de unos minutos oímos un ruido y todas nos alertamos. Al otro lado de la gran fuente de piedra apareció la figura de un hombre. Ninguna de nosotras logró distinguir su rostro, pero entonces vimos que se estaba acercando a nosotras. Me sorprendí al ver que era el camarero.

-¡Tú! –dijo señalando a Sheila. – Te has metido en un buen lío.

-No me digas. – Contestó ella en tono irónico.

De pronto, los ojos del joven centellearon en un tono rojizo y volvieron a su color inicial. Ese efecto no era normal en los humanos. Todas nos alarmamos pues podía ser cual quiera ser con malas intenciones. Me levanté y di un paso adelante.

-¿Quién eres? –Pregunté frunciendo el ceño.

-¡A ti eso no te importa! –Estiró su brazo en dirección a Sheila- Esa estúpida niñata va a aprender a no molestar a quien no debe.

Aquel ser extraño corrió vertiginosamente hacia Sheila y la agarró con fuerza por el cuello, mientras ésta lo sujetaba por la muñeca intentando zafarse de él.
Ese chico definitivamente no era humano, a penas había podido verlo correr hacia mi hermana.

-¡Suéltala! –Gritó Cora colérica.

Coraline quiso correr hacia ellos pero yo se lo impedí.

-Sabe defenderse sola –Le susurré.

Al joven volvieron a centellearle los ojos y esbozó una gran sonrisa macabra.

-Ya te tengo, estúpida mocosa. –Dijo soberbio a la par que apretaba con más fuerza el cuello de Sheila.

Sin embargo, mi hermana permaneció inmóvil y mirándolo fijamente.

-Solo eres un ingenuo payaso –Respondió ella con calma.

Al chico se le borró la sonrisa inmediatamente y en su lugar hizo una mueca de dolor. Él se resistía a soltarla, pero la mano con la que la sujetaba le temblaba cada vez más. Le estaba quemando la mano no cabía duda.

-¿Qué eres…? –Balbuceó.

Sheila mantuvo su mirada fija en él y le devolvió la misma sonrisa macabra que él le había dedicado hacía unos instantes.

-Tu peor pesadilla.

Tras haber dicho esas palabras, todas oímos un crujido y seguidamente un grito desgarrador del chico. Mi hermana le había doblado la muñeca hacia atrás hasta partírsela. Lo empujó varios metros atrás de una patada y comenzó a reírse de él, acompañada por las carcajadas de Coraline.

Freya que estaba justo a mi lado, apoyó su mano en mi hombro y me miró con seriedad.
Comprendía su mirada, ella tenía razón. Era mejor matarlo cuanto antes, si huía estaba claro que podía ponernos en peligro. Así que decidí darle el gusto de finalizar aquel asunto a Freya.

-Hazlo -Le dije.

Ella asintió y echó un vistazo a su alrededor hasta que detuvo su mirada en un sauce llorón. Tendió su mano hacia el árbol y las ramas comenzaron a balancearse lentamente. A cada movimiento que realizaban se iban prolongando y avanzando hacia el chico, que seguía en el suelo dolorido.

Cuando las ramas estaban detrás de él, éste se giró y con la furia reflejada en sus ojos echó a correr hacia el lado contrario huyendo de ellas. Corrí tras él junto con Cora, pero Sheila que era mucho más rápida lo alcanzó en el momento y lo tiró al suelo de nuevo con fuerza.

-Di tus últimas palabras –Susurró ella a su oído.

El chico le propinó un rodillazo en el estómago y mi hermana se encogió con un gesto de dolor, él aprovechó y la tiró al suelo agarrándola de nuevo por el cuello y oprimiéndolo con fuerza. Acercó sus labios al oído de mi hermana con una sonrisa burlona.

-No te preocupes, no serás la primera chica a la que mate.

Él se rió mientras que Sheila forcejeaba para soltarse. Pero yo en ese momento entré en cólera al escuchar sus últimas palabras. Ni él ni nadie iba a matar a mi hermana mientras yo estuviese  viva. Ese imbécil había sentenciado su muerte.
Corrí hacia él y le aticé una patada en la cara tirándolo al suelo. Ahora era yo la que lo agarraba del cuello. Le clavé las uñas rasgándole la piel y dejándole visibles arañazos que por supuesto tardarían en desaparecer.

-¡No serás tú el que asesine esta noche! –Le grité.- ¡Te arrancaré la piel a tiras!

-¿Tú también quieres morir? –Preguntó divertido.

Su sentido del humor me ponía histérica. Decidí hablarle sin rodeos, ya que iban a ser sus últimos minutos de vida.

-Ni aunque tuvieras toda la eternidad lograrías matar a una princesa de la Oscuridad. –Le contesté.

Abrió los ojos sorprendido y tragó saliva como pudo bajo la presión de mis manos sobre su garganta.

-Lamento haber intentado haceros daño.

Fruncí el ceño confundida. No terminaba de comprender ese cambio tan repentino de opinión.
Aflojé las manos para que respirase y lo observé con detenimiento. ¿A caso no era un ángel? Aunque viendo su forma de actuar podía tratarse de algún otro ser, sin tener nada en común con la Luz.

-Perdóneme, se lo suplico.

No creo que fuese un ángel, aún sabiendo quien era no me habría suplicado clemencia. Los ángeles eran leales al contrario que los demonios.
Cuando esa última palabra vino a mi mente recapacité sobre mi acción.

-¿Quién eres tú? –Le interrogué.

Él pareció aliviado al ver que le preguntaba sobre él.

-Mi nombre es Daylan Cardew. Soy un demonio, vuestro sirviente y el de Satanás.

Así que él era justo en demonio que andábamos buscando. Habíamos tenido suerte en nuestra búsqueda, ahora ya teníamos un lugar en el que  estar tranquilas, y por supuesto, comenzar a repartir catástrofes por toda la ciudad. Nuestra estancia aquí desde luego iba a ser muy entretenida.
Lo solté del cuello y me levanté.

-¿Dónde vives? –Preguntó Freya.

-A las afueras de la ciudad.

-Espero que seas obediente. –Comentó Coraline divertida.


Daylan sería el encargado de ayudarnos aquí, y dado que él no tenía ni voz ni voto, seguramente no estaría nada a gusto teniendo que cuidar de nosotras. Nuestra vida en la Tierra a penas había comenzado.

8 comentarios:

  1. Buen capitulo.Me dio algo de pena el camarero D:

    ResponderEliminar
  2. He leido los capitulos que llevas hasta ahora estan muy bn le dado un 10 ha este porque en los otros no encontre la votacion

    ResponderEliminar
  3. ¡¡¡¡Me encanta tu historia!!!! Me he leido todos los capítulos que llevas y están muy bien :D
    Espero el siguiente capítulo ;)
    Pd: Soy Lauri Edogawa

    ResponderEliminar
  4. Estan muuy bien les doi a todos los capitulos un 10 xk de verdd estan muy bien y sobre todo se nota el esfuerzo un 10!!

    ResponderEliminar
  5. Soy Luchia Nanami Perla Rosa y sientto si no te conteste, deje abierto las convers y estaba comiendo no podia escibir y si me encanta tu historia me enganche jajajaj <3

    ResponderEliminar
  6. Primero, guardar la pagina para proximos capitulos. Segundo.. me lo he leido tooodo de un solo tirón. Me en-can-ta, siceramente, escribes de maravilla. Eres una gran escritora ;)
    Att: Claire Fuchida~

    ResponderEliminar
  7. Sinceramente, lo haces DE LUJO *////* me encanta tu serie espero más capítulos escribes que da gusto página guardada para más caps mucho ánimo y adelantee ^^

    ResponderEliminar
  8. Gracias, todo apoyo es bueno para darme ánimos a seguir con la historia en estos momentos porque estoy teniendo problemas al escribirla... Os lo agradezco mucho a todos y espero que los próximos capítulos os gusten aún más! :)

    ResponderEliminar